Archivo por meses: marzo 2018

Feminismo, pensiones, supervivencia de la especie

Se vienen celebrando manifestaciones y debates en torno a la condición de la mujer y la vejez en la sociedad actual, así como sobre su proyección hacia el futuro, en concreto sobre la sostenibilidad del sistema público de pensiones. Pero las ideas difundidas y los debates consecuentes no siempre están libres de buenas dosis de demagogia y, por ello, de falta de realismo y profundidad en sus postulados más importantes.

Aunque en las jornadas reivindicativas del 8-M los diferentes colectivos feministas reclaman varios derechos y denuncian diversas situaciones injustas, el derecho fundamental que se exige hoy en día es el de la igualdad (de oportunidades y de facto) con el hombre. Así, a pesar de la gran diferencia física que existe entre la hembra y el macho de la especie humana, y que se plasma en el hecho distintivo de que (hoy por hoy) solo la mujer puede engendrar y dar a luz un nuevo ser humano, se promociona la idea de que la distinción entre los dos géneros es consecuencia de comportamientos aprendidos, inculcados, culturales al fin y al cabo. De ahí que la igualdad de género puede, y debe, conseguirse modificando los patrones correspondientes que se difunden desde la familia, la escuela, la empresa y los poderes políticos.

Llevado a su extremo, la igualdad absoluta es la meta perseguida por los colectivos de trans, gays y lesbianas, principalmente de estas últimas, pues la mujer que ya no-es-mujer no tiene por qué engendrar y, en consecuencia, dar a luz nuevos retoños de la especie. Solo así, erradicando el factor del embarazo y el parto, la mujer puede conseguir la máxima igualdad respecto del hombre. Esta ideología de género prolifera en la sociedad democrática y tolerante, dado que sus postulados se insertan dentro de la defensa de los Derechos Humanos, en cuanto al respeto a la libre elección de las diversas opciones sexuales (aquí, sin embargo, se protege el derecho a la diferencia).

Está claro que el hecho físico de la maternidad es un obstáculo para la mujer en su camino hacia la igualdad de oportunidades y de acceso al trabajo, así como a los puestos de dirección de las empresas y de las Administraciones Públicas. También para el mantenimiento de la denominada «brecha salarial», ya que el factor que más incide en ella es la reducción horaria de la mujer-madre, junto con las dificultades, prácticamente insalvables, a la hora de acceder a puestos de trabajo de mayor responsabilidad. Por ello, se vislumbran dos salidas:

1ª.- Favorecer a la mujer cuando opte por tener descendencia, mediante las siguientes medidas sociolaborales:

  • No discriminación por ser madre, tanto por serlo en potencia como en la realidad.
  • Incentivos económicos a la maternidad y al sustento de la prole.
  • Flexibilidad horaria en el trabajo.
  • Conciliación de la vida familiar, involucración del padre en el cuidado de la prole, a través de la prolongación del permiso de paternidad y/o de la licencia de maternidad compartida, tal vez, obligatoriamente.

2ª. No tener hijos. Es la opción más radical y que permite a la mujer centrar sus energías en su carrera profesional.

Alcanzado determinado nivel de progreso económico y social, y establecidas normativas favorables al respeto a los Derechos Humanos, en la sociedad actual cada uno/a es libre de decantarse por un modelo u otro de (no)familia y de opción sexual. Esa es una de las mayores virtudes de los sistemas políticos democráticos. También es su talón de Aquiles, ya que cada uno de los colectivos de activistas sociales luchan por sus específicos intereses de grupo, de manera que se obstaculizan los análisis con perspectivas de conjunto. Así, las reivindicaciones feministas (cada vez más dispersas, e incluso divergentes) exigen medidas concretas a su favor, como las de los jubilados que han luchado en la calle por unas pensiones dignas. Y eso que todavía falta por escuchar la voz de los jóvenes, a quienes no se les abre un futuro demasiado esperanzador…

Cada reivindicación genera su propia expectativa de gasto público, y (casi) nadie se pregunta, como Josep Pla al ver las luces de los rascacielos de Nueva York: «Y todo esto ¿quién lo paga?». Por ello, el debate y las propuestas de las organizaciones sociales y de los partidos y representantes políticos, deberían centrarse en señalar el camino hacia dónde ha de dirigirse el Estado de Bienestar, así como la evolución de la especie humana.

La sociedad en su conjunto deberá poner en primer plano la cuestión de la maternidad (el factor demográfico), plantearse qué modelo de familia (o de tribu) desea potenciar, ya que de ello dependerá tanto el mantenimiento del Estado de Bienestar (con unas pensiones dignas) como, en último extremo, la supervivencia de la especie humana, pues, sin hijos no hay Paraíso, ni gente que se incorpore al mercado de trabajo para contribuir al mantenimiento de los sistemas públicos de sanidad, educación, bienestar social, ni unas pensiones que puedan considerarse dignas.

Así pues, sí: «Las mujeres y los ancianos, primero»… Pero los niños tendrán que venir después (o no).

(Fotografía: Público)

A vueltas con Camps, la Fórmula 1 y el Papamóvil

Entre la maraña informativa formada con las hazañas (pre)bélicas virtuales, los relatos y los cuentos difundidos por los impulsores del procés catalán (hacia la fuga de Cataluña o la cárcel española), vuelve a emerger la imagen del expresident de la Generalitat Valenciana Francisco Camps, en cuanto tótem de la (presunta) corrupción del PP valenciano.

A ello, hay que añadir la reciente aparición del libro del periodista Arcadi Espada, titulado Un buen tío, donde trata la persecución mediática de la que ha sido objeto Camps, en la que sobresalen las 169 portadas que El País dedicó a quien resultó declarado no culpable en el famoso juicio de los trajes.

Esta nueva entrega del proceso mediático a Camps, comienza con la celebración del juicio en la Audiencia Nacional por la denominada «trama valenciana de la Gürtel«. De una manera irreflexiva, los adversarios políticos del PP y la gran mayoría de los medios de comunicación dan pábulo a las declaraciones de Álvaro Pérez (El Bigotes), Pedro Crespo –por cierto, exsecretario de organización del PP gallego y, especialmente, a la cantada de Ricardo Costa, exsecretario general del PPCV que derivaba toda la responsabilidad de la presunta financiación ilegal del partido hacia la máxima autoridad del PPCV y de la Comunidad Valenciana.

Esto ha supuesto un motivo de algarabía para la mayoría de los agentes de la política y de los mass media españoles:

  • Los partidos de la oposición (PSOE, Ciudadanos, Podemos y su confluencia valenciana, Compromís), que aprovechan la oportunidad para intentar debilitar al gobierno del PP. Sorprende la infalibilidad que se concede a las declaraciones de personas imputadas por delitos de corrupción, los cuales -como estrategias de defensa- pretenden la absolución o, como mínimo, ver reducidas sus penas tirando de la manta y responsabilizando de las acciones delictivas a sus superiores.
  • Los medios de comunicación nacionales y los locales contrarios al PP, que se unen a la campaña orquestada por la oposición al gobierno de Mariano Rajoy.
  • Los medios de comunicación de Madrid favorables al PP, que encuentran la ocasión propicia para resaltar la corrupción del PP valenciano y, de esta manera, restar importancia a la corrupción en el PP madrileño. (Ya dijo el escritor valenciano Rafael Chirbes que «el mito de la corrupción de la Comunidad Valenciana ha crecido porque no tenían el mismo poder que otras para frenar las informaciones, pero la Gürtel viene de Madrid«).

En la elaboración de este mito antivalenciano ha contribuido de manera especial La Sexta, sobretodo en el programa La Sexta Noche. Nada más salir la noticia del juicio en la Audiencia Nacional, entrevistaban a la lideresa de Compromís Mónica Oltra para que exhibiera toda la demagogia de la que es capaz de desarrollar sobre su tema favorito.

Ahora, La Sexta Noche y demás medios dan sobrada cuenta sobre la investigación de la que es objeto Camps, por los sobrecostes que se produjeron con motivo de la instalación del circuito urbano de la Fórmula 1 en la ciudad de Valencia, y también en los actos que se celebraron por la visita del Papa Benedicto XVI a Valencia.

Ya es viral la imagen de Francisco Camps y Rita Barberá, subidos a un Ferrari junto con los pilotos de Fórmula 1 Fernando Alonso y Felipe Massa, así como con el expresidente de Ferrari, Luca Cordero di Montezemolo . Con ella se ha querido imputar a los dirigentes valencianos su carácter derrochador corrupto. (Cualquier persona puede darse unas vueltas en Ferrari por el Circuito Ricardo Tormo por menos de 50 euros. Los hinchas aplauden con fervor a sus ídolos mientras estos conducen sus flamantes Ferraris de su propiedad).

El otro día el periodista Francisco P. Puche, pedía la publicación de un estudio del por qué la Comunidad Valenciana tiene adjudicada esa imagen de sociedad corrupta, sobresaliendo por encina de la Andalucía de los ERE, la Cataluña del clan Pujol y del caso Palau, el Madrid de la Gürtel, la Púnica y el caso Lezo, y -añado yo- la Galicia de Fariñas.

En mis blogs he reflexionado sobre esta cuestión, y en ellos me he atrevido a adelantar algunas hipótesis:

  1. Existe una pésima percepción, en cuanto a estima y simpatía, del pueblo valenciano por parte de los ciudadanos de las restantes Comunidades Autónomas. Basta con echar un vistazo a las estadísticas que se reproducen en el libro de Josep Vicent Boira Valencia, La tormenta perfecta. Este fenómeno puede explicar la facilidad con la que periodistas y comunicadores de fuera de Valencia, asignan el carácter de corrupto a todo el pueblo valenciano, aprovechando los casos de la presunta corrupción del PPCV.
  2. El propio Estado Autonómico genera una dura competencia entre las Comunidades Autónomas a la hora de recabar recursos con los que lograr su progreso económico-social. Así, por ejemplo, puede entenderse que el pretendido derroche con el que se concebía la instalación de Ferrari Land en Valencia, haya posibilitado su desembarco en PortAventura, y que la desaparicion de la F1 en Valencia suponga que las únicas carreras de la F1 se celebren en el circuito de Montmeló.

Y, por encima de cualquier otra consideración, este estado perceptivo nada favorable a la imagen del pueblo valenciano, favorece una posición sumisa en cuanto a su infrafinanciación. Así, la Comunidad Valenciana resulta contribuyente en el sistema actual, cuando es el único territorio pagano de los pobres, es decir, de los que tienen una renta per cápita inferior a la media española.

¿Voy por mal camino, Sr. Puche?