Archivo por meses: junio 2017

Ana Oramas, #conValentía

Dicen que cada pueblo tiene los políticos que se merece, más si -en democracia- es el pueblo quien elige a los políticos que lo representan. En ese sentido, las Islas Canarias, también son las Islas Afortunas por tener a una líder política de la talla de Ana Oramas.

Diputada de una fuerza política como Coalición Canaria, siempre atenta a conseguir mejoras en el bienestar social del pueblo canario, y predispuesta a facilitar la gobernabilidad del Estado Español, Ana Oramas se posicionó a favor de la investidura fallida de Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno de España, la cual no prosperó porque el grupo parlamentario de Podemos votó en contra de la misma, después de protagonizar largos y mediáticos paseíllos repletos de gente antitaurina y grandes piruetas ante la hoguera de las vanidades políticas.

Ana Oramas también se mostró favorable a la investidura de Mariano Rajoy, por el bien de Canarias y para salir del impasse en el que había caído la política española tras dos elecciones generales consecutivas ganadas por el PP con una mayoría insuficiente para gobernar en solitario. Dicho acuerdo se extendió a la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado para el año 2017, con lo que se contribuía a la estabilidad del Gobierno de España y se lograban importantes inversiones y diferentes beneficios a disfrutar por el pueblo canario (a lo que hay que añadir lo conseguido por el disputado, y favorable, voto del Sr. Quevedo de Nueva Canarias).

No otro es el posicionamiento político que cabe esperar de cualquier partido nacionalista de la periferia española: intentar conquistar el mayor número de apoyos entre amplios sectores de la sociedad en cuyo territorio están enraizados, luchar por el progreso económico, social y cultural de su pueblo, además de hacerse valer a la hora de garantizar la gobernabilidad del Estado, como forma de conseguir los recursos que hagan posible llevar a cabo los objetivos nacionalistas de cohesión y progreso social. Esta ha venido siendo la hoja de ruta del PNV, así como del CiU hasta la caída en el P(d)ECAT (de soberbia soberanista).

Ana Oramas se sienta a la izquierda del escaño del diputado de Compromís Joan Baldoví (o éste se sitúa a la derecha de la Sra. Oramas) pero, para desgracia del pueblo valenciano, la proximidad física de ambos diputados no se extiende al acercamiento político e ideológico de sus respectivas formaciones políticas:

  • Como ya hemos señalado, Coalición Canaria ha facilitado la formación del Gobierno del PP (tras intentar la consecución de un gobierno socialista) y ha votado favorablemente la Ley de los PGE 2017, a cambio de beneficios sustanciales para su Comunidad Autónoma. Por contra, Joan Baldoví y sus tres compañeros diputados de Compromís siempre se han mostrado enemigos del PP y de Rajoy, con lo que vuelven a tierras valencianas con las manos vacías y con la única propuesta en firme de «montar el pollo», ante la discriminación que viene sufriendo el pueblo valenciano en materia de financiación autonómica e inversiones estatales, además de otros ninguneos históricos.
  • Joan Baldoví y Compromís actúan, más que como compañeros de viaje de Podemos, como acólitos disciplinados de la política populista y de las propuestas demagógicas de la formación morada. Ana Oramas, en cambio, con solo cinco minutos de intervención y dos minutos de réplica en el debate sobre la megalomoción de censura interpuesta por los partidarios de Pablo Iglesias (a mayor gloria de éste), desmontó de una sola tacada el machismo del líder podemita, admitido en lo políticamente correcto, así como la tramoya que se escondía ante la representación del puro teatro al que pretende llevar a la política española, con el intento de convertir las, generalmente discretas, Asambleas Parlamentarias en luminosos platós de televisión, y el debate político en mera tertulia mediática. Además, destapó la máscara de la demagogia de Pablemos al recriminarle que la única utilidad de la pretendida moción de censura solo buscaba el interés de su partido a costa de un todavía convaleciente PSOE: «Cuando Podemos pudo [durante la investidura de Pedro Sánchez], no quiso [votó en contra de la misma]. Y ahora que quiere [con la moción de censura], no puede» [solo obtuvo 82 votos: Podemos, ERC, EH-Bildu y, cómo no, Compromís].

¿Cuántos no nos sujetamos fuertemente al asiento en Valencia al escuchar las palabras expresadas con convicción y #convalentía por Ana Oramas? ¿Cuántos valencianos no desearon en ese momento tener una Oramas en su tierra?

Sin embargo, el pueblo valenciano (capaz de levantar enormes monumentos históricos y culturales, como la Muixeranga de Algemesí, el Misteri d’Elx, las Fallas de Valencia, les Fogueres de Alicante, les Gaiates de Castellón, los Moros i Cristians de Alcoi y otras poblaciones… de conservar instituciones centenarias y enraizadas en los pueblos como las Bandas de Música y milenarias como el Tribunal de las Aguas de la Huerta de Valencia) se muestra impotente a la hora de generar una fuerza política integradora de las diferentes sensibilidades sociales e ideológicas, firme en la defensa de los intereses del pueblo valenciano, y con capacidad de influencia en la gobernabilidad del Estado Español.

Esa fuerza pudo haber sido UPV-Bloc, pero no lo fue… Esa fuerza pudo haber sido Unió Valenciana, pero no lo fue… Esa fuerza podría ser Compromís (#ambValentia)… pero no lo será.

De esta manera, está garantizado que el pueblo valenciano continuará asumiendo el papel de pobre (con renta per cápita inferior a la media española) y pagano (contribuyente al sistema de financiación autonómica). Porque así ha sido y será… Porque siempre se nos ha tenido por más muelles… con toda la razón del mundo.

(Fuente de la fotografía: eldiario.es)

 

 

La estética en la jungla mediática

Más allá de los muros se encuentra el bosque donde viven las fieras.

Snowhite, Ana Juan

 

Érase una vez… Cuando un ciudadano cometía (presuntamente) un delito o una falta, era juzgado por los órganos jurisdiccionales correspondientes, que condenaban o absolvían al imputado.

Con la irrupción de la crisis económica y el movimiento de indignación que surgió como respuesta a los efectos nocivos de la misma, la mirada inquisitiva/inquisidora se dirigió hacia los políticos como presuntos implicados en los males que afectaban a las personas. De esta manera, se judicializó la política y los adversarios pusieron a sus oponentes en manos de jueces y tribunales por (presuntos) casos de corrupción, con la ayuda inestimable de unos medios de comunicación sesgados políticamente y expertos en levantar las liebres de los campos minados por la corrupción, que hundía sus raíces en la época de bonanza económica, así como predispuestos a recibir información filtrada de los secretos sumariales instruidos por los órganos de la Justicia.

La facilidad y velocidad con la que se difunde la información en nuestra época ha hecho más estrecha la simbiosis entre Política y Justicia, con la puesta en marcha del proceso de politización de la Justicia. Ahora, determinados jueces y fiscales mediáticos, policías y guardias civiles, la UCO y la UDEF (ya nadie se pregunta «¿qué coño es la UDEF?») administran convenientemente la información y el momento oportuno (políticamente) para darla a conocer a los medios de comunicación y, por lo tanto, a la opinión pública en general. Así se llega a disfrutar de un protagonismo mediático incluso superior a las estrellas de cine, de fútbol, o del rock&roll.

En estos tiempos en los que tanto corre la información, es suficiente con que tu nombre aparezca en unas conversaciones grabadas, más o menos lícitamente, y oportunamente filtradas a los medios, en las que se te relacione con algún traje confeccionado en una sastrería de Panamá (o de Milano), para que se te abalance todas las huestes de los llamados periodistas de investigación (¿más bien habría que decir de infiltración?), los tertulianos de medio pelo (sin pelos en la lengua) y, cómo no, tus enemigos personales, profesionales, o políticos que, ipso facto, te conducirán ante un juzgado o una comisión de investigación dónde se lleve a cabo el escarnio de tu persona y se muestren tus vergüenzas en la plaza catódica. Y que les quiten lo bailao aunque, al final, no se pueda imputar ningún reproche a tu conducta: «Reo es de muerte (política)»…

Aun sin delito o falta por los que se te pueda juzgar, siempre quedarán las supuestas responsabilidades políticas o por cuestiones éticas, con las que mancillar tu contestada pureza espiritual.

¿Hasta aquí llega el nivel de exigencia de responsabilidades? No. Ahora ya no solo se pretende juzgar la conducta de un político o de una autoridad por ilícitos civiles o penales, sino que después de la responsabilidad política (si no se te puede imputar ningún delito o falta) sale a nuestro paso la responsabilidad por cuestiones éticas (concepto ambiguo donde los haya). Pero no acaba ahí la cosa, pues si no se te puede aplicar ninguna de la anteriores responsabilidades, tropezamos en nuestro camino con la responsabilidad por motivos estéticos (es decir, que si no me gustas políticamente, pido tu cese o dimisión), como le ha sucedido al ya exfiscal general anticorrupción Sr. Moix (apesadumbrado, abatido, en idioma valenciano). Porque la tormenta en la jungla mediática hará mella en tu persona y en tu familia, y si no tienes los suficiente arrestos dimitirás, o te harán dimitir aquellos para los que ya representas un problema político.

Pero, tranquil, Jordi, tranquil… El resto nunca caminará solo: camino de la sede del juzgado o de cualquier otra institución donde se le vaya a pedir alguna de las posibles y múltiples responsabilidades, nunca faltará quien se cisque en ti, en tu familia, o en tus muertos, si se tercia…

Finalmente, «Snowhite supo que las fieras del bosque no solo vivían más allá de los muros«.

(Ilustración y citas: Snowhite, de Ana Juan)