Pedro Sánchez. Un cadáver (político) exquisito

 

Si el  PSOE hubiese seguido la lógica plasmada en las dimisiones de  Joaquín Almunia y de Rubalcaba, cuando obtuvieron unos pésimos resultados electorales, Pedro Sánchez no habría asistido, como secretario general, al Comité Federal del día 1 de octubre de 2016 que le obligó a dimitir. En las elecciones del 20-D obtuvo los peores resultados de la historia del PSOE, que fueron superados por los aún peores resultados del 26-J. Por lo tanto, Pedro Sánchez ya debería ser un cadáver político; si se prefiere, un cadáver político exquisito. Pero no, ahí sigue erre que erre plantando cara al aparato y a los barones del PSOE, dentro del proceso de primarias abierto (en canal) por dicho partido.

‘Cadáver exquisito’ es una técnica por medio de la cual se ensamblan colectivamente un conjunto de palabras o imágenes; el resultado es conocido como un cadáver exquisito o  cadavre exquis  en francés. Es una técnica usada por los surrealistas en 1925, y se basa en un viejo juego de mesa llamado “consecuencias” en el cual los jugadores escribían por turno en una hoja de papel, la doblaban para cubrir parte de la escritura, y después la pasaban al siguiente jugador para otra colaboración.

El cadáver exquisito se juega entre un grupo de personas que escriben o dibujan una composición en secuencia. Cada persona sólo puede ver el final de lo que escribió el jugador anterior. El nombre se deriva de una frase que surgió cuando fue jugado por primera vez en francés: « Le cadavre – exquis – boira – le vin – nouveau » (El cadáver exquisito beberá el vino nuevo).

Para algunos un cadáver exquisito tiene la facultad de revelar la realidad inconsciente del grupo que lo ha creado, en concreto los aspectos no verbalizados de la angustia y el deseo de sus miembros, en relación con las dinámicas de posicionamiento afectivo dentro del mismo.  (www.elvisortaller.com)

 Las dinámicas políticas que han conducido a la emergencia en la escena publica del ‘cadáver exquisito’ que nos (pre)ocupa, comienzan con los restos ideológicos de R. Zapatero adaptadas a la nueva situación que se abre en la política española con la aparición de Podemos y de CiudadanosLas consecuencias del proceder de este fenómeno fueron tres negativas:

NO a facilitar el gobierno del partido que ha ganado las elecciones (el PP).

NO a aportar ninguna alternativa política al partido ganador, salvo invitarle, como partido ganador de las dos últimas elecciones, a que negociara la investidura de su candidato a presidente del gobierno con los partidos afines (se entiende que estos son el PNV, la exCDC y Coalición Canaria, además de Ciudadanos), de manera que si los populares lo intentaban generarían la coartada perfecta para que el pétreo Sánchez pudiera intentar ser presidente con la complicidad de Podemos y los partidos nacionalistas e independentistas (las malas lenguas dicen que ese pacto ya estaba avanzado, mediante la intercesión del PSC ante las fuerzas soberanistas catalanas).

NO a convocar al electorado español a las terceras elecciones en un año.

Evidentemente, alguna las tres negaciones eran de imposible cumplimiento en su conjunto, por lo que ante la fuerza de los argumentos para no posibilitar el gobierno de  Mariano Rajoy, y la no verbalización de una alternativa al mismo, se vislumbraba un panorama de lo más surrealista que tenía como horizonte unas elecciones generales como regalo de Navidad. El Comité Federal del PSOE del día 23 de octubre de 2016 ha despejado las dudas al respecto, con el acuerdo que obliga al grupo parlamentario socialista a abstenerse en la votación para investidura de Rajoy, y permitir con ello el gobierno del PP.

Los posibles motivos que habían llevado a Pedro Sánchez a no dimitir, a establecer su hoja de ruta, a bloquear la formación del gobierno por el partido que había ganado las elecciones (fenómeno que ocurría por primera vez en la historia de la democracia española) y, últimamente, a presentar su candidatura en las primarias que han de elegir al secretario general del PSOE, son los siguientes:

Interés personal en la supervivencia política del propio Sánchez, y de su camarilla dirigente. Es decir, seguir  vivito y coleando a pesar de los pésimos y reiterados resultados electorales.

Lucha por la supremacía del ámbito de las izquierdas, ya que buena parte del electorado de la izquierda clásica ha sido seducida por los cantos de las sirenas soberanistas y indignadas, inspirados en las desgracias personales y sociales provocadas por la grave crisis económica. El incremento de votos significativo de la izquierda republicana y soberanista catalana (a costa de la derecha del acólito  Mas) y, sobre todo, la irrupción punzante de Podemos, Pablo Iglesias en plan superstar, han provocado un fuerte sacudida en el PSOE (y PSC), y la fagotización de IU.

pezcalavera
Graffiti por el Parque de Marxalenes, Valencia

Max Ernst observó que el juego del cadáver exquisito funciona como un ‘barómetro’ de los contagios intelectuales dentro de un círculo de creadores. Aplicado a la situación política actual, vemos que los nuevos actores políticos -para reafirmarse en sus posicionamientos- diseñan sus argumentos para tratar de seducir a una sociedad desquiciada por los efectos de la crisis, la corrupción, y la espectacularización mediática de estos fenómenos, así como del debate político:

  • En primer lugar, se condenan los estragos sociales causados por la crisis económica.
  • Después se rasgan las vestiduras por los casos de corrupción que se generaron, en su mayoría, en la época de bonanza económica, lo que sirve de coartada para crear un cordón sanitario alrededor del PP, en cuanto se le considera como el partido corrupto por antonomasia, pasando por alto la corrupción generada en Andalucía por el PSOE, y en Cataluña por los exconvergentes de Jordi Pujol y Artur Mas, a quien el PSC facilitó el gobierno con su abstención.
  • Finalmente se remata el discurso con la voluntad inquebrantable de conseguir mayores cotas de bienestar social

Sin embargo, si rascamos más allá de la superficie en la que se inscriben las palabras de los políticos, observamos que cada uno (sobretodo si ese uno no ha ganado las elecciones y ha obtenido, sucesivamente, los peores resultados de su partido en la presente era constitucional) no hace más que jugar sus cartas con el objeto de obtener a toda costa la Presidencia del Gobierno de España, y de mantener el poder en el seno de su partido; pues el campo de juego determinado por el sistema capitalista (que nadie cuestiona) deja escaso margen de maniobra para que las diferentes formaciones políticas presenten alternativas socioeconómicas cualitativamente dispares.

Y, con demasiado facilidad, se olvida que son las urnas las que otorgan la legitimidad para ostentar el poder.

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